Congo Actualidad n. 131 – Suplemento

Algunas observaciones sobre el proceso electoral en curso

– La fragmentación y el desorden de las fuerzas políticas

– Las elecciones de una sola vuelta y una oposición dividida

– Una campaña electoral sin consistencia

– Las manifestaciones pre-electorales como preludio a la polémica de los resultados de las elecciones

– La unidad del Congo, reto de las elecciones presidenciales del 28 de Noviembre de 2011

La fragmentación y el desorden de las fuerzas políticas

Según Jean-Claude Willame, gracias a las primeras informaciones aparecidas en la web de la CENI (Comisión Electoral Nacional Independiente) y de los acontecimientos políticos recientes, es posible ahora sacar algunas lecciones que evidentemente no prejuzgan para nada los resultados finales de las elecciones.

1. Como en el 2006, parecen prevalecer, ante todo, la fragmentación y el desorden de las fuerzas políticas. Para las elecciones legislativas se han inscrito más de 18.000 candidatos, contra cerca de unos 10.000 de las elecciones anteriores. Estos candidatos pertenecen mayoritariamente a 417 partidos políticos reconocidos por el Ministerio del Interior en agosto de 2011 contra los 203 partidos que había en 2006. En la lista de las primeras diez formaciones, son las candidaturas independientes las más numerosas (541). En 2006, el número de candidatos independientes era de 702. Esta persistencia de fragmentar el panorama político y esta multiplicidad de candidaturas indica que cada uno ha adoptado una posición de espera para una futura negociación con el/los vencedor/es

2. Los candidatos para la Cámara de Diputados presentados por el partido que apoya la candidatura de Joseph Kabila, que, sin embargo, se presenta como “candidato independiente”, son los más numerosos y se presentan por todo el país (494). A estas candidaturas hace falta añadir las de las formaciones que han declarado públicamente que apoyan al actual presidente (PALU: 466 candidatos y AFDC, partido creado por Modeste Bahati después de su expulsión del comité central del Senado: 383). De todas formas, a estas candidaturas hay que añadir también las del MSR de Pierre Lumbi, consejero especial del jefe del Estado desde 2010, del partido ECT de Félix Kabange Numbi, ministro de Katanga y próximo al presidente Kabila, y finalmente las de este misterioso partido PPPD, cuyo máximo responsable es el profesor Kinois Ngoma Binda y del cual también forma parte el candidato Léonard She Okitundu, miembro cofundador del OORD, antiguo ministro y director del gabinete del presidente Kabila. No hay que pasar por alto aquí, la posibilidad de que la estrategia del círculo presidencial sea la de animar a la multiplicidad de listas de formaciones que podrían garantizar una cómoda mayoría al presidente en el Parlamento.

3. El número de candidatos de una oposición que se presenta, recordémoslo, de manera desordenada, es casi dos veces inferior al de las formaciones que en principio apoyan al presidente de la República, Kabila (1169 contra 2507): con la excepción de UNC de Vital Kamerhe, que se encuentra en la cuarta posición y que tiene una representación de 445 candidatos en todo el país; el UDPS de Etienne Tshisekedi y el UFC de Kengo wa Dondo hacen un total de 724 candidatos. En términos de número de candidatos, el MLC de Jean-Pierre Bemba no figura en la lista de las diez primeras formaciones.

4. Por lo que respecta a las elecciones presidenciales, sólo hay 11 candidatos contra los 33 que había en 2006. Uno de los motivos podría ser el hecho de que la fianza electoral para los candidatos a las presidenciales ha pasado de los 50.000 $ a los 100.000 $ (no reembolsables). Cuatro de los once candidatos son recién llegados, entre los cuales están: Adam Bambole, un diputado tránsfuga del partido MLC, que no presenta a ningún candidato; Jean Andeka, un abogado del despacho de Kinshasa; François Nicéphore Kakese, un veterinario de Lubumbashi que trabaja como consejero en Sudáfrica; Josué Alex Mukendi, un pastor, antiguo delegado administrativo de la Compañía Marítima congoleña, que se presenta como candidato independiente. Aparte del presidente Kabila, otros tres candidatos ya se presentaron en 2006: Oscar Kashala que, desde su derrota, desapareció del panorama político; Mbusa Nyamwisi, un nande de la región Nord-Kivu, a quien se le ha destituido hace poco de sus funciones de ministro de descentralización, y el hijo del ex presidente Mobutu, que también fue destituido, en marzo de 2011, de su puesto de vice-primer ministro del gobierno de Adolphe Muzito.

Basándonos en los resultados que se observan en la web de la CENI, los únicos candidatos posibles a la presidencia que podrían preocupar a Kabila son Vital Kamerhe y Etienne Tshisekedi. El primero, antiguo director de campaña del presidente, del cual se separó en diciembre de 2010, presenta un número importante de candidatos a la Cámara de Diputados en todas las regiones del Congo y no solamente en Kivu, dónde tiene una gran popularidad. En cuanto a Etienne Tshisekedi, vieja figura emblemática de la oposición en el Congo-Zaire, que no se presentó a las elecciones de 2006, ha escogido, como Jean-Pierre Bemba, cuyo apoyo ha buscado en vano, la estrategia de la tensión y de la ambivalencia. Su nombre mítico moviliza a las masas, pero también a los niños de la calle conocidos con el nombre de “pomba” (jóvenes que practican las artes marciales) o los “Kuluna” (bandas de jóvenes armados con cuchillos y machetes). Obviando a todos los niveles el trabajo de la CENI en los temas de alistamiento de los electores y de inscripciones de candidatos, él también ha presentado candidatos por todos los rincones del país, aunque menos que Vital Kamerhe.

 

Elecciones de una sola vuelta y una oposición dividida

Según algunos observadores, la preferencia de Kabila por elecciones a una sola vuelta parte de una convicción: “Ellos (la oposición) estarán de acuerdo en decir que hace falta que me vaya, pero no se ponen de acuerdo en quién me tiene que reemplazar”. Es a raíz de esta situación – frecuente en África- que se publica una gran cantidad de artículos de prensa sobre este tema “el presidente saliente no ha salido, ha sido por culpa de la oposición que está dividida”.

En realidad, todo esto es falso. El resultado final es que la famosa “división de la oposición” sirve finalmente para hacer aceptar lo inaceptable. Pues esta división, descrita como un error táctico cometido por los interesados, se presenta como un hecho interno en la propia oposición, imputable a esta. En pocas palabras, ellos se han buscado su propia derrota… y esto permite olvidar fácilmente aquello que se ha hecho para ayudarlos. La “victoria del Presidente X frente a una oposición dividida” impide que se hable de otros detalles.

Efectivamente, no se puede hablar, en el caso de la República Democrática del Congo, de una “victoria de Joseph Kabila, que ha creado una CENI totalmente politizada donde sus seguidores son mayoría, le ha permitido elaborar listas de electores que, por falta de censo, no tienen ni pies ni cabeza, ha hecho modificarla Constitución para favorecer su victoria…”. La insistencia recae sobre una “oposición dividida” o sobre la “imposibilidad de acuerdo para un candidato común” conlleva un sobrentendido, un supuesto implícito y, sobre todo, no demostrado: afirmar que la oposición debería permanecer unida, que esto sería posible, que solamente las razones equivocadas impiden conseguir la realización de este objetivo, que de hecho sería fácil conseguir, si no fuera por el egoísmo de los candidatos.

La idea de una candidatura presidencial única de la oposición es en sí misma perfectamente válida pero no puede cuajar si no se basa en una ideología y en un programa alternativo de gobierno que defienda claramente lo contrario del actual. Si no hay un programa alternativo, no hay nada más que discutir, si no es sobre la repartición de las funciones una vez alcanzado el poder. Dicho de otra manera, si no hay una ideología con la cual poder construir la unidad tan esperada, sólo queda lo individual, rico, sobre todo, por las diferencias que los separan. Demasiadas diferencias, precisamente, separan a Kamerche, Tshisekedi y Kengo: la edad, los recorridos políticos, los contactos, la diáspora, las múltiples guerras, la influencia de los países vecinos… Por lo tanto, en estas condiciones es difícil ponerse de acuerdo. El único que puede beneficiarse de la situación es Joseph Kabila. El presidente saliente parece seguro de su reelección, gracias a una gran ventaja: la votación a una vuelta, que no permite a la oposición la posibilidad de congregarse en la segunda vuelta. Así que la insistencia sobre la división de la oposición sólo sirve para preparar a la opinión pública para que no se sorprenda de la reelección de Joseph Kabila. De todas maneras, nunca se puede dar nada por hecho en unas elecciones.

Para empezar, las elecciones a una sola vuelta podrían significar una arma de doble filo, ya que el panorama, por un lado Joseph Kabila y, por el otro, diez candidatos, se basa en una idea errónea: que por un lado estarían los seguidores de la mayoría, desde siempre decididos a votar a Kabila, y por el otro lado el electorado de la oposición fragmentada, que dividiría sus votos entre los otros diez. Estos otros diez obtendrán votos de todas partes, incluso de los que en 2006 votaron a Kabila.

El próximo 28 de noviembre habrá tres candidatos fuertes en la oposición para disputarse la silla del presidente Kabila: Etienne Tshisekedi que juega con ventaja en la movilización popular, Vital Kamerche, que ha sabido imponerse en el panorama político de la oposición en pocos meses y Léon Kengo que ha desempeñado el papel de aguafiestas en el último minuto.

La esperanza de Kamerche se basa, principalmente, en que obtendrá los votos de las regiones más pobladas del Este, decepcionadas, sobre todo, por haber votado en 2006 al “candidato de la paz” y haber recibido como recompensa la continuación de la guerra y, en particular, por una alianza con Ruanda que, según ellos, es una monstruosidad que se acerca a la alta traición.

Tshisekedi es conocido desde hace ya mucho tiempo y sus viajes triunfales han demostrado que tiene éxito, incluso fuera de Kinshasa y Kasaï, y hasta entre los jóvenes. ¿Se trata de un éxito de la curiosidad o más bien político? Esto es algo que no se sabrá hasta el momento de las votaciones. Sin embargo, le espera un reto en el este de la RDC: movilizar a la población de las zonas que no ha captado UDPS (Unión por la Democracia y el Progreso social). Originario de Kasaï, Etienne Tshisekedi no es un “hombre del este” y tiene que competir con Vital Kamerche que está muy bien posicionado en el norte y en el sur de Kivu. Sin embargo cuenta con dos bazas para ganarse la simpatía de la gente del este. El director de UPDS podría, en primer lugar, “surfear” por la ola de descontento que ruge en la región desde 2008. Para un gran número de habitantes de la región, el balance de Kabila en cuanto a seguridad es ampliamente negativo y Tshisekedi espera capitalizar este descontento de la población. Pero con una reserva: tiene en la conciencia declaraciones y hasta encuentros favorables a Ruanda y a los “rebeldes” pro-ruandeses.

Kengo wa Dondo, como antiguo miembro de la administración de Mobutu, podría tener el apoyo de los que han conservado una cierta nostalgia por aquellos tiempos. Por ejemplo, en la región del Equateur donde no deberá afrontar la competencia de Bemba.

Y volvemos a la hipótesis, a veces llamada “triángulo nuclear” o “cuadrado mágico” en el momento en que añadimos un cuarto candidato, que dice que estos candidatos le quitarán tantos votos a Kabila que éste quedará en un fatal segundo puesto… así pues perdedor.

 

Una campaña electoral sin consistencia

Si hacemos un primer balance de la actual campaña electoral, se ve claramente que los aspirantes políticos están haciendo una campaña electoral sin consistencia. Es un hecho indudable que esta campaña electoral ha transcurrido bajo altas tensiones y en un clima de intolerancia política.

Se está asistiendo a provocaciones, a decir mentiras sobre uno u otro candidato, a polémicas estériles, a eslóganes inútiles, como si se tratara de “hombres capaces de hacer milagros”, “personalidades mesiánicas”, programas “pre-confeccionados” y “anuncios para la consumación externa”. Todo el bla bla bla actual parecen conchas vacías. Lo que es dramático es que no sabemos ir a lo esencial, evitando así los verdaderos retos de estas elecciones de 2011 para hacer de la República Democrática del Congo un Estado unido, fuerte y próspero.

El primer reto verdadero de estas elecciones es el de construir un verdadero Estado de derecho. Un Estado donde las libertades individuales y colectivas sean reconocidas y respetadas y se acepte el derecho a la diferencia. El camino que lleva a este Estado de derecho no es más que el de disponer de instituciones nacionales, republicanas y no vinculadas a las personas. Se puede gritar ser demócrata, pero hasta que no haya “instituciones no dependientes de las personas”, esto es demagogia. De esto depende la lucha contra la impunidad y la corrupción.

El segundo reto consiste en saber cómo transformar nuestra economía, que dispone de todas las grandes ventajas para hacer de este país, un país emergente. Está muy bien anunciar las teorías, pero es necesario entrar en detalles para que se sepa a qué recursos se hace alusión para que sucedan los “milagros”. El tráfico ilegal de nuestros minerales no es un hecho del todo negativo, pero es una realidad. Pero, ¿cómo se puede parar la hemorragia financiera del sector minero? ¿Qué decir sobre la agricultura, base de toda economía nacional? Un sector, hoy en día reducido a un tema filantrópico, donde se cree revolucionar las cosas procedentes de las donaciones, un acercamiento que desmoviliza y, para nada, es portador de esperanza. Sí, los congoleños están sentados encima de un “tesoro”, pero ninguna voluntad política los lleva a trabajar la tierra para ver este tesoro que está aquí escondido. Es necesario que esta cuestión se debata en el decurso de esta campaña electoral para llevar al pueblo del Congo a cambiar el mundo de las ilusiones por el mundo de la realidad. Las caravanas motorizadas, la distribución de camisetas, las generosidades insignificantes por la libación, las melodías electorales están a punto de suplantar un tema tan importante en la gestión de un país moderno. Se ignoran de forma soberbia las razones fundamentales que han provocado las “guerras de agresión” que ha padecido la República Democrática del Congo, aunque tuvieran como principal objetivo el de controlar el comercio de las riquezas del país. En la medida en que la clase política congolesa ha mostrado insuficiencias en este sentido, el país se ha transformado en un El Dorado y .la economía se escapa al control de Kinshasa.

El tercer reto es que la legitimidad de todo poder emana del “soberano primario”, es decir, el pueblo, poniendo a la gente en el centro de todas las acciones del Estado, ya que merecen consideración, respeto y dignidad. Si se es candidato a las elecciones de 2011, no se puede ignorar el cuadro penoso del IDH (Índice de desarrollo humano) que clasifica a la República Democrática del Congo en el puesto número 187 sobre 187 países en el plan de desarrollo humano. ¿Cuál es la política social del país? ¿Cuál es la política de salarios en la RDC como pilar de toda política nacional de desarrollo? ¿Qué significa “Seguridad Social”? Estas son cuestiones importantes que tienen que incitar a un debate fructuoso en el decurso de esta campaña electoral.

El problema no es el de ser elegido, en absoluto, sino el de saber “cuidar dignamente la corona”. Y para conseguir este objetivo es necesario conocer los verdaderos retos de las elecciones de 2011. De no hacerlo, conducirían al pueblo congoleño hacia la catástrofe.

 

Las manifestaciones pre-electorales: un preludio a la controversia de los resultados electorales

El clima hacia el cual se dirige la República Democrática del Congo en las elecciones previstas para el 28 de noviembre hace pensar en lo peor. La campaña electoral ya ha sido manchada por numerosas violaciones de los derechos humanos: manifestaciones de la oposición duramente reprimidas, incitación a la violencia, opositores detenidos, periodistas bajo presión, aparición de algo parecido a milicias de jóvenes guerrilleros de nuevo reclutados… y todo esto en un clima de impunidad. Y hay motivos para alarmarse. Nada más salir de dos guerras (1996-1997, 1998-2003) que han acabado con la vida de entre 2,5 millones y 5,4 millones de personas según las estimaciones, la República Democrática del Congo podría volver a caer en un nuevo episodio de violencia, una vez finalizadas las elecciones legislativas y presidenciales. “Un escenario parecido al de la Costa de Marfil no parece imposible” según advierte Pascal Kambale, miembro de la ONG Open Society Initiative for Southern Africa (OSISA). De los 11 candidatos a la presidencia, dos de ellos monopolizan la campaña electoral que comenzó oficialmente el 28 de octubre. Hasta el punto de que esta campaña se está convirtiendo en un duelo entre el presidente Joseph Kabila, de 40 años, y su oponente histórico Etienne Tshisekedi, de Unión por la Democracia y el Progreso Social (UDPS), de 78 años. Tanto el uno como el otro parecen convencidos de su victoria. Joseph Kabila ha replicado las palabras de Etienne Tshisekedi, el cual declaraba “estar seguro de ganar al 100%” las elecciones”: “¿alguien está seguro de ganar al 100% las elecciones? Yo no lo sé, pero de lo que estoy seguro es de que yo no las voy a perder”. Un intercambio de palabras que va a alimentar el temor. “Si se continua así, los resultados de las elecciones se pondrán en tela de juicio y la confrontación política desembocará en una ola de violencia con una demostración de fuerza en la calle como en Costa de Marfil”, afirma Pascal Kambale.

La opinión general africana, y la congoleña en particular, sabe que, por lo general, los presidentes en funciones se las arreglan para amañar las elecciones y así volver a ser elegidos. Por experiencia, son pocos los presidentes africanos que organizan elecciones transparentes capaces de hacerles perder las elecciones. Además, muchos congoleños saben que no se puede gobernar este país sin el respaldo de la “Comunidad Internacional” que, a menudo, impone “a sus hombres” a la cabeza de los países africanos. Por lo tanto, si las elecciones presidenciales llevaran a Kabila a un nuevo mandato, sólo una minoría en todo el mundo, y casi nadie en el Congo, creería que las ha ganado de forma “libre, transparente y democrática”.

La cuestión no es el escepticismo, sino la manera como se va a manifestar. Se temen manifestaciones violentas y una represión violenta.

Finalmente hay algo de lo que se habla poco: las elecciones legislativas que no serán necesariamente una copia exacta de las presidenciales. En particular, una victoria de Kabila en las presidenciales podría muy bien acompañarse de una derrota en las legislativas. En este caso se encontraría desde este momento ante una mayoría parlamentaria y un gobierno que le sería hostil. Aquí también se encontrarían con el riesgo de crisis repetitivas que podrían acabar en problemas graves.

Conscientes de esta situación, los oponentes congoleños estarían preparando una protesta por los resultados de las próximas elecciones. Y la estrategia es bien sencilla: denunciar todos los intentos de engaño y sacar a la luz pública todos los errores que han cometido el gobierno y la CENI. Multiplicar las manifestaciones en la calle y empujar al poder a cometer errores para descreditarlo tanto ante la opinión interna como externa. Hasta el momento, parece que esta estrategia le funciona bien a la oposición congoleña que multiplica las acciones en las calles especialmente en Kinshasa preparando, pues, sus ánimos para la protesta.

A la oposición le interesa mostrarse hacia el pueblo congoleño como la víctima del poder y de la CENI, incluso también como mártir: la insistencia frecuentemente recae en el hecho que “corrió la sangre”. La oposición desarrolla más bien un discurso emocional con el fin de incitar a la revuelta del pueblo contra el poder, pero no sabe presentar un programa alternativo.

La situación corre el peligro de complicarse mucho después de las próximas elecciones presidenciales. La victoria de Joseph Kabila corre el riesgo de dar pie a una ola de protestas que serán difíciles de controlar.

La oposición del Congo ya ha dejado ver su capacidad de movilización, especialmente en los pueblos de Kinshasa y Lubumbashi. Goma, Bukavu, Mbuji-Mayi y Kananga no dejarán de apoyar cualquier levantamiento político de la oposición. Bastarán unas instrucciones de la oposición para sacar a numerosos congoleños a la calle y paralizar la acción gubernamental. Todo esto va a llevar al poder a intervenciones represivas más fuertes y se podría llegar a confrontaciones políticas con consecuencias muy peligrosas.

Si en el centro del país, en el oeste y en Kinshasa la resistencia puede ser política, no lo será necesariamente en el este, donde todavía persisten grupos armados y milicias. Desde este punto de vista, ya corren voces según las cuales el poder se estaría ya organizando para sofocar de raíz cualquier intento de resistencia armada en el este. La presencia, en la región del Norte Kivu, del coronel Kakolele al mando de un grupo de militares de la ex-CNDP podría tener el rol de gendarme con el fin de prevenir cualquier levantamiento militar en la zona.

 

La unidad del Congo, reto para las elecciones presidenciales del 28 de noviembre de 2011

El balance del presidente saliente no es bueno. La realización de los cinco grandes proyectos (infraestructuras, empleo, acceso al agua potable y a la electricidad, educación y sanidad) que estaban dentro de su programa electoral de 2006, está lejos de ser terminada. La democracia congoleña todavía se encuentra en sus inicios y durante estos últimos cinco años – para limitarse a este aspecto de la vida pública- ha conocido múltiples y graves restricciones y violaciones de los derechos humanos. Han sido numerosos los asesinatos de periodistas y de representantes de ONG (el asesinato de Félix Chebeya todavía está impune).

La explotación de las riquezas naturales en el Congo continúa, (malvendida) como en el pasado, en manos de las multinacionales o bien está reservada por favoritismo a un pequeño círculo de aprovechados, y esto solamente conlleva a que la economía del Estado no mejore. No existe una agricultura alimentaria nacional a causa de la gran debilidad del Estado congoleño. En resumen, es difícil responder a la pregunta de si, desde 2066, la vida de los congoleños ha mejorado.

La situación en Kivu no deja de preocupar. A los problemas habituales (superpoblación, litigios de las tierras, ausencia de autoridad del Estado) hay que añadir los provocados por el presidente de Ruanda, Paul Kagame, que acaba de anunciar su rechazo a reconocer como ciudadanos a aquellos refugiados ruandeses que no hayan vuelto a su país antes de finales de 2011. Entre ellos también están los milicianos del FDLR, y los militares del ex CNDP de Nukunda que el ejército congoleño, poco fiable, no consigue erradicar.

De todas maneras, después de la modificación de la Constitución en enero de 2011, que permitió la elección de presidente por mayoría simple y en una sola vuelta de votación, todo hace pensar que Joseph Kabila, que se beneficia del amparo de la administración y de los 11 gobernantes provinciales, todos del PPRD, y del apoyo, discreto, de la “comunidad internacional”, se sucederá a sí mismo frente una oposición fragmentada que presenta diez candidatos, aunque todavía no se puede saber con certeza si las regiones que en el 2006 habían contribuido a su elección (Katanga, Maniema, las 2 Kivu), le darían de nuevo el apoyo.

Dentro de la oposición, Tshisekedi, viejo caballo de retorno, no tiene ningún futuro, ni para él ni para su país. En cuanto a Vital Kamerche, aunque honesto y competente; y Kongo wa Dando, presidente respetado del Senado, ninguno de los dos posee una base popular suficiente para cambiar el resultado de las elecciones presidenciales.

Si Kabila es reelegido, lo será –como cada uno de sus competidores- con menos del 50% de los votos. Se pondrá en cuestión su legitimidad, que tendrá que buscar en una mayoría parlamentaria y que será difícil de encontrar. Lo peor que podríamos ver sería toda la oposición aliada contra él y respaldada por el modelo de votación proporcional reservado en las elecciones legislativas, fuente potencial de permanente conflicto entre el poder legislativo y el poder ejecutivo.

En este caso se podría temer por la parálisis del funcionamiento normal de las instituciones, y se podría añadir también el riesgo de que la oposición no aceptara los resultados electorales.

Sea como sea, las dudas de la oposición ya formuladas sobre la regularidad de las operaciones electorales, así como también un sentimiento de frustración derivada, obviamente, de la derrota electoral, pueden ser un peligroso detonador. Si los políticos no llaman a la calma antes de las elecciones y mantienen una línea violenta, como hemos visto hasta ahora, después de enunciar los resultados electorales se corre el riesgo de encuentros infortunados se intensificarán y el riesgo de desorden generalizado es real.

Hay un gran riesgo, después de las elecciones, de que estallen desórdenes, no solamente en Kinshasa, también en un gran número de regiones, especialmente en Kasaï, fuerte del UDPS, tal vez también en Kivu, como siempre afligido, o en Katanga, siempre en el irredentismo a pesar de los esfuerzos y la eficacidad del gobernante de la región, Moïse Chapwe. Sería una gran irresponsabilidad por parte de la oposición si decidiera fomentar el odio como único fin de desacreditar a Joseph Kabila a ojos de la población y del extranjero. Con este juego, sería el Congo quien perdería, ya que formando parte de la revuelta, se encontrarían con un presidente incapaz de formar un gobierno eficaz e incapaz de continuar con la reconstrucción del país que ya es lenta; así como de mantener la unidad por falta de unas fuerzas de seguridad seguras, ya que están formadas, sobre todo en Kivu, por ex–rebeldes del CNDP mal integrados. Parece increíble que después de las elecciones, este panorama tan catastrófico se convierta en realidad.

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Traducción al español dentro del proyecto Mondo Lingua para la traducción gratuita de páginas web para ONG y asociaciones sin ánimo de lucro. Proyecto dirigido por Mondo Services. Traductor: Lidia Dabant – enlace ( www.mondo-lingua.com)