Kinshasa (Agencia Fides) –
“Con gran alegría me encuentro entre vosotros esta mañana para celebrar esta Eucaristía, que marca el comienzo de mi visita apostólica a vuestro país, hermoso y grande. Me complace comenzar mi estancia con este intenso momento de oración y comunión fraterna, con el fin de encomendar a Dios el programa de los próximos días”.
Con estas palabras el Cardenal Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, ha iniciado su homilía del domingo, 1 de julio, presidiendo la misa en la Catedral de Notre Dame du Congo, en Kinshasa, a la que han asistido todos los Obispos del Congo, el Nuncio Apostólico, Mons. Tito Yllana, las autoridades civiles, así como religiosos y laicos (véase Fides 30/6/2012).
El Cardenal ha subrayado: “Esta visita apostólica a la tierra del Congo tiene la intención de confirmaros en la fe. También quiere sobre todo mostraros la proximidad del Santo Padre, que os lleva en su corazón y sus oraciones”
Comentando el Evangelio del domingo, la curación de la hemorroísa y la resurrección de la hija de Jairo, el Cardenal Filoni, ha dicho: “El evangelio de hoy nos enseña que Jesús tiene poder, no sólo sobre la enfermedad sino también sobre la muerte. El milagro de la resurrección de la hija de Jairo tiene un valor didáctico y pedagógico. Significa que Jesús es la resurrección y la vida y que ha recibido de Dios Padre, el poder de dar vida. Otra enseñanza se puede extraer de la historia de Marcos. La intervención de Jesús siempre nace como respuesta a la fe proclamada por sus interlocutores, o suscita su fe”.
Después, el Prefecto de la Congregación Misionera ha puesto algunos ejemplos del ámbito social y eclesial.
“En el plano social, la enfermedad y la muerte que han provocado la intervención de Jesús representan todos los males y tragedias que sufren actualmente los congoleños. Muchos de ellos son víctimas de la injusticia social, de la violación de los derechos humanos, de la violencia indiscriminada, de las incesantes guerras y de la inseguridad. Los flagelos de la pobreza, la enfermedad, el odio y la división son verdadera causa de sufrimiento para las personas y las familias…
En el plano eclesial, la enfermedad y la muerte representan nuestro pecado personal y comunitario, los problemas morales y espirituales que afligen a la Iglesia y el comportamiento contrario a nuestra vocación cristiana a la santidad. Son los celos que crean conflicto y divisiones dentro de la comunidad cristiana, el tribalismo, el nepotismo, y todo lo que provoca el rechazo del otro, la falta de una fe sincera y de compromiso que se traduce en la frecuencia irregular a los sacramentos, en el sincretismo religioso, en el acercamiento a las sectas y en la apostasía. De ello se desprende, en particular, la problemática situación de la familia, debido a la falta de respeto por la moral conyugal católica, de la convivencia, del divorcio y de la poligamia.
En todas estas cuestiones, la Iglesia-Familia en la República Democrática del Congo tiene la necesidad de arrepentimiento y conversión. Para vosotros, la voz de Jesús resuena con más fuerza: ¡Talitha kum! ¡Levántate! Él os invita a una sacudida espiritual”.
Al concluir su homilía, el Prefecto de la Congregación Misionera ha instado:
“Sí, Jesús os invita a poneros de pie, listos para la misión. Os invita a utilizar vuestra energía humana y espiritual para anunciar la Buena Nueva de la salvación con coraje y fuerza. En el contexto actual, la misión primordial de la Iglesia del Congo, como hemos dicho, es la promoción de la reconciliación, de la justicia y de la paz” .
(SL) (Agencia Fides 02/07/2012)