Congo Actualidad n. 152

SUMARIO

EDITORIAL: Cómo acabar con los objetivos y estrategias de una ocupación

1. SITUACIÓN MILITAR Y HUMANITARIA EN EL LUGAR

2. ENCUENTROS REGIONALES

3. DECLARACIONES DEL GOBIERNO DE LOS EE.UU. Y DEL CONSEJO DE SEGURIDAD

4. KIVU, UNA GUERRA QUE PODRÍA DURAR MUCHO TIEMPO

5. EL MODUS OPERANDI DE RUANDA, DE SUS ALIADOS Y OTROS «COLABORADORES»

6. POR QUÉ RUANDA NO QUIERE DEJAR EL ESTE DE LA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO

 

EDITORIAL: CÓMO ACABAR CON LOS OBJETIVOS Y ESTRATEGIAS DE UNA OCUPACIÓN

 

Por enésima vez, los tiros de los Kalachnikov y de la artillería obligan a la población de Kivu del Norte, al este de la República Democrática del Congo (RDC), a huir de la violencia. Fuerzas humanitarias indican que en un periodo de tan sólo 10 días, del 10 al 21 de mayo, 40 000 personas han abandonado sus hogares y campos, para huir de la zona de combate

entre las FARDC (Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo) y las milicias del Movimiento del 23 de marzo (M23), un nuevo grupo armado formado por militares rebeldes fieles al general Bosco Ntaganda, buscado por la Corte Penal Internacional.

 

Según un informe interno de la MONUSCO (Misión de la Organización de las Naciones Unidas para la estabilización en la República Democrática del Congo) que ha revelado la BBC, un comunicado de la organización Human Rights Watch y las declaraciones del portavoz del gobierno congoleño, algunos militares que combatían en el M23 y que se fueron a la Misión de la ONU en la RDC o a las FARDC, declararon ser de nacionalidad ruandesa y haber sido reclutados en Ruanda, y después enviados a Kivu, para combatir en las filas del M23.

 

Al igual que los movimientos político-militares anteriores,  la AFDL (Alianza de las Fuerzas Democráticas para la Liberación el Congo), la RCD (Agrupación Congoleña para la Democracia)  y el CNDP (Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo), el actual M23 también ha sido creado y apoyado por la vecina Ruanda.

 

El objetivo aparente de esos grupos armados próximos al régimen ruandés sigue siendo el mismo: el desarme de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), presentadas como una organización genocida, un grupo terrorista, «fuerzas negativas» (por otro lado, como las milicias de origen ugandés LRA o ADF-Nalu o los diferentes grupos armados Maï-Maï) y una continua amenaza para la seguridad de la Comunidad Tutsi en la República Democrática del Congo e incluso en Ruanda, aunque no se tenga ninguna información de ataques importantes de las FDLR contra el territorio ruandés desde hace mucho tiempo.

 

El objetivo oculto pero real es la hegemonía militar, política y económica en las dos provincias de Kivu, con vistas al control del rentable comercio de recursos minerales de las dos provincias (casiterita, oro, coltán y petróleo). Las operaciones militares contra las supuestas «fuerzas negativas» (las FDLR en particular) sólo son pretextos para ocultar el preciso plan del régimen ruandés de ocupar Kivu.

 

La estrategia sigue siendo la misma: la infiltración del ejército y las instituciones políticas y administrativas.

 

Según fuentes locales, dentro de las tropas del ejército nacional desplegadas en Kivu hay muchos militares ruandeses, aunque sea difícil adelantar cifras, incluso aproximativas, y ocupan los principales puestos de mando. Se trata de soldados ruandeses que se quedaron en el Congo tras las guerras de 1996-1997 (en los tiempos de la AFDL) y de 1998-2003 (época de la RCD) y que después entraron en la milicia del CNDP de Laurent Nkunda (2005-2008). La «integración» de las tropas del CNDP en el ejército nacional, tras los acuerdos del 23 de marzo de 2009, fue una de las últimas etapas de infiltración de elementos ruandeses en el ejército congoleño. Esto fue posible debido a que la operación de «integración» de las tropas se realizó muy rápido y de manera confusa, con muy pocos medios técnicos disponibles y, a menudo, de forma colectiva, sin un control de la identidad individual.

 

Se pueden citar, como ejemplo, dos casos emblemáticos. Un general del ejército ruandés (APR), James Kabarebe, dirigía a las tropas ruandesas que, en 1996 y 1997 combatían con la AFDL en el Congo, tras los ataques contra los campos de refugiados hutus de Ruanda. Después de tomar Kinshasa, el 17 de mayo de 1997, el propio James Kabarebe fue nombrado Jefe del Estado Mayor General del ejército congoleño. Al regresar a su patria en 1998, fue nombrado Jefe del Estado Mayor del ejército ruandés y actualmente es el ministro de Defensa en el gobierno de Paul Kagame. Aunque Bosco Ntaganda proceda de Ruanda, según la orden de arresto emitida por la CPI contra él, había sido nombrado general del ejército congoleño y es la persona que se cita con más frecuencia en los últimos informes de las Naciones Unidas, por su implicación directa en el contrabando de minerales entre Kivu y su país, Ruanda.

 

Otra operación de infiltración ruandesa en Kivu se lleva a cabo por medio de la operación de retorno de los «refugiados congoleños» provenientes de Ruanda. Cuando llegan, no saben reconocer cuáles eran sus campos, no recuerdan las carreteras y senderos, hablan el kinyarwanda y el inglés (las lenguas empleadas en Ruanda) pero nada de swahili o de francés (las lenguas que se utilizan en Kivu junto a otros dialectos). Los vecinos no recuerdan haberlos visto en el pasado y los jefes del pueblo no saben cómo reconocerlos. Algunos, los ricos, adquieren tierras de cultivo y pastos, otros compran parcelas para construir en ellas. Esta infiltración está sin duda facilitada por la ausencia de un registro civil congoleño, en un país donde los habitantes no disponen de ningún carnet de identidad, ahora sustituido por un simple certificado electoral que se emplea también como documento de identidad.

 

Se crean grupos armados para fomentar guerras que obliguen a la población autóctona a abandonar sus pueblos y tierras, para sustituirla por otras poblaciones provenientes de otros países y de Ruanda en particular.

 

Al infiltrar al ejército congoleño y situando a una parte de la población ruandesa en Kivu, el régimen ruandés mantiene Kivu bajo su influencia política y militar, en vistas a su propio desarrollo económico.

 

Las consecuencias de esta lógica son conocidas por todos: seis millones de congoleños asesinados, violaciones en masa, masacres colectivas, más de 1,5 millones de desplazados tan sólo en las dos provincias de Kivu, la violación de la soberanía nacional congoleña y de la integridad territorial de la República Democrática del Congo. En la actualidad, la opinión pública se da cuenta de que la principal causa de las guerras cíclicas y de la persistente inseguridad en Kivu se encuentra más allá de la frontera, en Ruanda. El Consejo de Seguridad de la ONU y la Comunidad Internacional deberán tener el valor para nombrar por fin de manera explícita a ese «país vecino»  que, desde hace más de quince años, fomenta numerosas y recurrentes «pseudorebeliones» en el territorio congoleño y que, incluso en la actualidad, proporciona un apoyo logístico y militar al M23 de Bosco Ntaganda.

 

El Consejo de Seguridad y la Comunidad Internacional deberían, por tanto:

– Ejercer una fuerte presión sobre el régimen ruandés, para que éste acepte mantener un diálogo inclusivo entre los ruandeses (Gobierno, oposición interna y oposición externa) que podría contribuir a la democratización del país y a un proceso de reconciliación nacional. Las conclusiones del diálogo inclusivo entre los ruandeses podrían, de este modo, facilitar el retorno de los refugiados ruandeses y de la mayoría de los miembros de las FDLR aún presentes en la República Democrática del Congo.

 

– Aplicar al régimen ruandés las sanciones previstas por el Consejo de Seguridad por las violaciones del embargo de armas proporcionadas a los grupos armados activos en la República Democrática del Congo.

 

– Exigir a Ruanda la retirada inmediata e incondicional de todos sus compatriotas que podrían esconderse en el M23.

 

Vigilar de forma más estricta los circuitos ruandeses de exportación de minerales, entre  los que hay minerales de origen congoleño, en particular casiterita y coltán, importados sin ninguna certificación de origen previa y exportados sucesivamente por Ruanda como producción ruandesa. Si Ruanda desea invertir en la explotación minera de Kivu, puede hacerlo a través de los acuerdos comerciales bilaterales con el gobierno de Kinshasa, conforme a las normas comerciales internacionales, respetando la soberanía nacional y la integridad territorial de la República Democrática del Congo.

 

– Reducir de forma significativa, o incluso suspender, durante un periodo indeterminado, toda contribución internacional al presupuesto del Estado ruandés, que aún depende bastante de la ayuda exterior.

 

La Paz en Kivu depende en gran parte de esas decisiones.

 

 

1. SITUACIÓN MILITAR Y HUMANITARIA EN EL LUGAR

 

El 11 de junio, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) indicó, en Kinshasa, que entre el 1 de abril y el 31 de mayo de 2011, se registraron cerca de 218.000 nuevos desplazados, a causa del deterioro de la seguridad en Kivu del Norte[1].

 

Desde el 11 de junio por la noche, los habitantes de cinco localidades (Gikoro, Mutingo, Bunagana, Cheya y Rubona) de la agrupación Jomba, en Rutshuru, están privados de agua potable. Los responsables de este territorio acusan a los rebeldes del Movimiento del 23 de marzo de haber destruido intencionadamente la tubería de conducción de agua que suministra a estas localidades. El responsable de la información pública de la MONUSCO en Goma afirma que este sabotaje es un acto criminal de guerra intolerable.[2]

 

El 14 de junio, las fuerzas del Movimiento del 23 de marzo (M23) llegadas de las colinas de Runyonyi han atacado, hacia las 3 de la mañana, las FARDC de Rutsiro, Ngonkwe et Kanombe, en las agrupaciones de Bweza y Kisigari (Kivu del Norte). Los rebeldes habrían ocupado las posiciones de las FARDC en Rutsiro y Ngonkwe, a unos 5 kilómetros del campo militar de Rumangabo. Visiblemente, su intención era la de tomar el campamento de Rumangabo, una importante base militar, según ha estimado un oficial de las FARDC. Pero, «las FARDC se organizan actualmente para recuperar las posiciones perdidas», afirma la misma fuente.[3]

 

EL 17 de junio, los rebeldes del Movimiento del 23 de marzo (M23) han tomado las localidades de Tarika, Ruseke et Murambi, cercanas a Tamungenga, en la agrupación de Bweza, a unos 17 kilómetros al este de la ciudad de Rutshuru (Kivu del Norte). Algunas fuentes en el lugar indican que son las FARDC las que habían atacado la posición de los rebeldes hacia la colina de Rukaranga, con el objetivo de recuperar su posición perdida desde el pasado 14 de junio. Según fuentes coincidentes, el ejército regular no ha logrado desalojar a los rebeldes de su posición en la región de Rutsiro y Rwanguba, en la agrupación Bweza, a una veintena de kilómetros al este de la ciudad de Rutshuru, en la carretera de Bunagana.[4]

 

Ruanda sigue negando toda implicación en el conflicto que enfrenta al ejército regular congoleño con los rebeldes del M23, atrincherados cerca de su frontera. Y, durante este tiempo, la parte congoleña sigue acumulando pruebas de la implicación de Ruanda.

Según fuentes congoleñas, el general huido Bosco Ntaganda se encontraba el pasado 27 de mayo en el interior del campo militar ruandés de Kinigi, muy cercano a la frontera y a las bases del M23. Parece que habría sido visto en compañía del general ruandés Alex Kagamé, número tres del Estado Mayor de la Defensa de Ruanda. Por otro lado, los ruandeses reclutados para unirse al M23 han sido reagrupados, antes de pasar la frontera, en un edificio de la Oficina Ruandesa de Turismo y Parques Nacionales, organismo perteneciente al Estado. Existe una comisión de investigación conjunta de Ruanda y la RDC, pero los ruandeses han rechazado hasta ahora el acceso a esos sitios en los que se reagrupa y entrena a jóvenes enviados al frente congoleño.[5]

 

 

2. ENCUENTROS REGIONALES

 

El 13 de junio, los doce Estados miembros de la Conferencia Internacional de la Región de los Grandes Lagos (CIRGL) pusieron en marcha, en Goma (Kivu del Norte), las actividades del Centro Conjunto de Fusión de Informaciones, que se encuentra en Goma. El objetivo: poner en común sus informaciones para luchar contra los grupos armados, el terrorismo y la explotación ilegal de recursos naturales en la subregión. Jefes de los servicios de información, representantes militares, así como autoridades políticas de esos países han participado en la ceremonia.

 

Algunos observadores se muestran escépticos, preguntándose « ¿a quién beneficiará realmente este centro de fusión de informaciones? ¿Qué viene a hacer a este Centro un país vecino que agrede a la RDC, si no es para infiltrarse y continuar con sus operaciones de desestabilización en el este de la RDC? ¿Es una manera de dar oficialmente a Ruanda la oportunidad de conocer las estrategias seguidas por la RDC ?». Según otros, para la eficacia del centro habría que excluir a Ruanda, que mantiene la situación de inseguridad en la región de los Grandes Lagos. En su opinión, Ruanda no es sincera en sus relaciones diplomáticas.[6]

 

La RDC ha lanzado una ofensiva diplomática a los países vecinos, para denunciar de forma encubierta el apoyo de Ruanda a los rebeldes del M23 en el este del país. Un comunicado de prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores no cita explícitamente a Ruanda, sino que habla de un país vecino, un país cuya implicación en el deterioro de la seguridad en el este de la RDC está comprobada. El jefe de la diplomacia congoleña, Raymond Tchibanda, ha multiplicado las escalas en Tanzania, Burundi, Uganda y Angola, para denunciar el apoyo del país vecino al M23, al este del país. Esta rebelión fue iniciada a principios de abril por los antiguos milicianos de la ex CNDP, movimiento surgido a su vez de la ex rebelión pro ruandesa de la RCD.[7]

 

 

3. DECLARACIONES DEL GOBIERNO DE LOS EEUU Y DEL CONSEJO DE SEGURIDAD

 

El 11 de junio, durante su visita a Goma (Kivu del Norte), el embajador James F. Entwistle expresó la voluntad del gobierno estadounidense de apoyar a las FARDC en los combates contra los rebeldes del M23.

 

«Apoyamos los esfuerzos [desplegados por el gobierno congoleño y sus colaboradores] contra el M23. Cualquier gobierno del mundo tiene el deber de acabar con las rebeliones», afirmó el diplomático estadounidense en sus declaraciones a las autoridades congoleñas, tomadas de un comunicado del pasado 7 de junio en Washington, y que vienen a confirmar la posición de su gobierno. «Apoyamos los esfuerzos del Gobierno congoleño para desalentar nuevas deserciones y llevar ante la justicia a los presuntos autores de violaciones de los derechos del hombre que se encuentran entre los rebeldes, incluido Bosco Ntaganda», indicaba el comunicado de prensa publicado por la oficina del portavoz de la Casa Blanca.[8]

 

El Consejo de Seguridad de la ONU ha condenado la rebelión del M23, afirmando estar muy preocupado por el deterioro de las condiciones de seguridad y humanitarias que han provocado un flujo importante de desplazados y de desplazados y solicita una investigación acerca de los apoyos exteriores de los que se benefician los grupos armados en el este de la República Democrática del Congo. El texto adoptado por el Consejo de Seguridad de la ONU es un mensaje para Ruanda. No se menciona expresamente a este país, pero los miembros del Consejo consideran «creíbles» las informaciones sobre la implicación de otros países en el apoyo a los grupos armados en la región de Kivu.

 

El defensor de los derechos del hombre congoleño, Dimas Kitenge, estima que el Consejo de Seguridad debe claramente condenar a Ruanda: «Desde el momento en el que poseemos cada vez más pruebas de que los soldados ruandeses están allí, es muy importante que la comunidad internacional pueda tener un lenguaje claro y firme hacia todos esos países, incluido Tuanda que sigue queriendo perturbar la paz». Son los servicios de la ONU en la RDC los que deberían llevar a cabo esta investigación sobre el apoyo a los grupos armados, ya que algunas decenas de soldados han acudido a la Misión de la Organización de las Naciones Unidas para la estabilización en la República Democrática del Congo, la MONUSCO, en Goma. Pero Roger Meece, el representante especial del secretario general de las Naciones Unidas, se niega por el momento a decir si son ruandeses o no: «No me corresponde a mí confirmarlo. Seguimos esperando los resultados de las verificaciones. Pero puedo decirles que, efectivamente, hay algunos que se han dirigido a la MONUSCO o a las FARDC afirmando que son ruandeses».[9]

 

El 16 de junio, en declaraciones oficiales, los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU explicaron en Nueva York «su gran inquietud por los últimos sucesos en Kivu y el deterioro humanitario y de la seguridad que han provocado importantes movimientos de desplazados y refugiados». Sólo durante el periodo del 10 al 20 de mayo de 2012, la violencia en la provincia de Kivu del Norte ha empujado a más de 40.000 civiles a huir de sus hogares.

 

«Condenamos con firmeza la rebelión de oficiales y soldados que integraban formalmente las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo y operan actualmente en la provincia de Kivu del Norte como grupo armado denominado M23», afirman en el documento leído por el representante permanente chino de las Naciones Unidas, Li Baodong, cuyo país asume la presidencia del Consejo de Seguridad durante el mes de junio. Los miembros del Consejo de Seguridad condenan también «firmemente la matanza y el abuso de civiles (…) por los grupos armados, incluidas las Fuerzas Democráticas por la Liberación de Ruanda (FDLR)» así como «todos los actos de violencia sexual». En su declaración, los miembros del Consejo de Seguridad  «apoyan los esfuerzos del gobierno congoleño para desmovilizar a los grupos armados, reprimir nuevas deserciones y detener y llevar ante la justicia a los que violan los derechos del hombre, incluido Bosco Ntaganda».

 

Por otro lado, llaman a los países de la región a «cooperar activamente» con la RDC para desmovilizar a todos los grupos armados, entre los cuales se encuentra el Movimiento del 23 de marzo (M23) e  «impedir que reciban el apoyo exterior, que supone medidas sancionadoras de la ONU, incluido el embargo de armas».[10]

 

La rebelión, puesta en marcha por el general desertor Bosco Ntaganda y sus hombres, recibe el apoyo de Kigali. Poco importa la forma: ya se trate de un apoyo logístico o humano, o de un apoyo pasivo al permitir los reclutamientos y facilitar también las infiltraciones en suelo congoleño, a todo ello se le llama agresión. Decirlo es identificar el origen de la recurrente inestabilidad en el este de la RDC.

 

Existe un mínimo consenso entre la población acerca de la cuestión de la inestabilidad en el este de la RDC: los continuos ataques contra Kivu se organizan y planifican desde Ruanda.

 

Todos saben que el Gobierno ruandés hace de la inestabilidad permanente en la RDC, su estrategia de mantenimiento y de prosperidad económica. ¿Por qué limitarse, entonces, a la manera del ministro Raymond Tshibanda y del Consejo de Seguridad, a decir que la rebelión de Bosco Ntaganda recibe el apoyo de «un país vecino» y abstenerse de nombrar claramente a Ruanda como país agresor y asumir todas las consecuencias? Ruanda debe ser nombrado y considerado como agresor de la República Democrática del Congo. Son los propios congoleños los que deben hacerlo.  [11]

 

 

4. KIVU, UNA GUERRA QUE PODRÍA DURAR MUCHO TIEMPO

 

Los principales actores que dirigen la rebelión son oficiales superiores de las FARDC nombrados por orden del Jefe del Estado Joseph KABILA, aprovechando la firma del Acuerdo de Paz del 23 de marzo de 2009. Éstos son:

1. Coronel MAKENGA SULTANI, Coordinador del M23

2. Coronel Innocent ZIMURINDA

3. Coronel Innocent KAHIMA

4. Coronel MBONEZU

5. Coronel Baudouin NGARUYE

 

A todos les citan las ONG locales como autores de actos de violación de los derechos humanos, mucho antes de su actual crimen. Muchas causan justificarían la inseguridad recurrente en Kivu del Norte y del Sur, entre otras el descontento generado por el acuerdo del 23 de marzo de 2009 firmado por el Gobierno de la República Democrática del Congo y el CNDP. Se había firmado otro acuerdo, también en marzo de 2009, entre el Gobierno de la República Democrática del Congo y otros grupos armados. Los jefes de estos últimos grupos no han recibido ningún aumento de grado ni recibido ningún puesto de mando. Sólo los combatientes surgidos del rango del CNDP han sido generosamente recompensados.

 

El cuadro que se muestra más abajo, que recoge a los Oficiales superiores y sus proveniencias, revela el malestar de esos grupos armados distintos del CNDP.

 

Apellidos y Nombre Grado obtenido Periodo Afectación Proveniencia
1 ALBERT KAHASHA Coronel Enero 2012 Beni Mundundu 40
2 SERAPHIN MIRINDI Coronel Enero 2012 Goma CNDP
3 GAHIMANA Coronel Abril 12 Rutshuru CNDP
4 NDAYISABA Coronel Abril 12 Rutshuru CNDP
5 MUHIRE Coronel Abril 12 Rutshuru CNDP
6 MUTONI Coronel Abril 12 Masisi CNDP
7 NTAMBWE Coronel Abril 12 Masisi CNDP
8 NZABANITA Coronel Abril 12 Kivu del Sur CNDP
9 BERNARD BYAMUNGU Coronel Abril 12 Kivu del Sur CNDP
10 SAMUEL NSABIMANA Coronel Abril 12 Kivu del Sur CNDP
11 SADDAM RINGO Coronel Abril 12 Kivu del Sur CNDP
12 TOUSSAINT MUHINDO Teniente Coronel Abril 12 Kivu del Sur CNDP
13 NGABO Teniente Coronel Abril 12 Kivu del Sur CNDP
14 BAUDOUIN NGARUYE Coronel Abril 12 Kivu del Sur CNDP
15 INNOCENT ZIMULINDA Coronel Abril 12 Kivu del Sur CNDP

 

Esta lista sólo incluye a los tenientes coronel, pero, ¿qué hay de los mayores y los oficiales de rangos inferiores? Entre estos oficiales superiores antes citados, algunos ya están detenidos y deferidos ante la justicia militar (Coronel Bernard Byamungu, Samuel Nsabimana y Teniente Coronel Toussaint Muhindo).[12]

 

Desde hace más de dos meses, violentos combates enfrentan al ejército congoleño contra los rebeldes del general Bosco Ntaganda y el grupo rebelde del M23 al este de la República Democrática del Congo (RDC).  La ONU, Human Rights Watch y las autoridades congoleñas acusan a Ruanda de acudir en la ayuda de los rebeldes. Para Alphonse Maindo, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Kisangani y especialista de la región, «Ruanda está a la búsqueda de un nuevo hombre fuerte en la región» y ni el ejército congoleño ni la misión de las Naciones Unidas consiguen restablecer la paz. Según él, «el conflicto en las provincias de Kivu va a durar mucho tiempo». En una entrevista, afirmó que los informes de la MONUSCO y de Human Rights Watch que acusan a Ruanda de apoyar a los rebeldes de Bosco Ntaganda y del M23, sólo confirman todo lo que ya se dice en Kivu del Norte y del Sur.

 

-Tras ese apoyo de Ruanda a los rebeldes del M23 podemos encontrar la búsqueda de un nuevo hombre fuerte, como fue el caso con Laurent Nkunda (fuera de juego desde su arresto en 2009 por parte de Ruanda, N. de la R.). Hoy en día Bosco Ntaganda se ha vuelto invisible (es buscado por la Corte Penal Internacional, N. de la R.). Ha perdido la protección del gobierno congoleño, bajo la presión internacional debido a la impugnación de las elecciones, y ahora Kinshasa se ve obligada a hacer un gesto a la comunidad internacional. Ruanda debe encontrar a otro hombre fuerte para reemplazar a Bosco Ntaganda. Esa es la razón de la emergencia de la rebelión del M23, con el coronel Makenga a la cabeza, que debería tomar el puesto de Ntaganda. Ruanda  se cree en la obligación de mantener aliados en la región (por razones de seguridad pero, sobre todo, económicas, N. de la R.), por lo que, primero provoca el incendio y después se presenta como el bombero que lo va a arreglar todo.

 

-El ejército regular congoleño (FARDC) no consigue llegar a esos centenares de hombres (se habla de 500 rebeldes)  en primer lugar por razones técnicas. Por parte del ejército regular congoleño, hay soldados congoleños que no controlan bien el terreno, de muy difícil acceso. Varias tropas provienen de Kindu, en la provincia de Maniema (a varias centenas de kilómetros de las zonas de combate, N. de la R.) y no conocen por tanto el terreno. Por parte de las FARDC, hay amotinados que conocen muy bien la región.  Además, han tenido el tiempo de prepararse para el conflicto. Los rebeldes ocupan colinas y es muy difícil que se marchen de ellas. Se benefician también del apoyo de los allegados que están en la región. El M23 también ha encontrado refugio «a caballo» entre las fronteras de la RDC, Ruanda y Uganda, lo que le permite encontrar fácilmente ayuda, armas y víveres. El mes pasado, los soldados congoleños se habrían negado a combatir en el frente. Una de las razones sería la siguiente: hace varias semanas, estos soldados habrían rodeado la granja de Bosco Ntaganda en Masisi y esperado órdenes de la jerarquía para iniciar el ataque final y capturar al general rebelde.  Y parece ser que se les habría pedido detener la ofensiva, lo que podría explicar su descontento. Según esos soldados, no es la primera vez que se dan ese tipo de contraórdenes, incluso en el momento de la rebelión de Laurent Nkunda (en 2008, N. de la R.).

 

-Al contrario que las FARDC, los cascos azules tienen los medios para combatir. Los soldados de la MONUSCO están bien equipados y bien pagados, y éste no es el caso del ejército congoleño.  La MONUSCO debería hacer esta diferencia en el terreno. ¿Por qué no puede? En primer lugar, las reglas de compromiso son muy difíciles de aplicar.  Como todas las operaciones de  mantenimiento de la paz, hacen falta numerosas autorizaciones para abrir fuego. Estas autorizaciones llegan de Nueva York, después de mandos de países comprometidos en el terreno… es demasiado complejo.  Además, no hay que olvidar que se trata de tropas que proceden de países en vías de desarrollo. Los soldados de esos países van allí para ganar algo de dinero y es mejor regresar de la misión vivo que muerto,  ¡lo que es normal! Esta noción juega sobre el compromiso de las tropas en el terreno. Los Estados Mayores quieren también minimizar las pérdidas humanas en sus rangos, y esto explica que la MONUSCO se comprometa lo menos posible con los grupos armados. Por lo tanto, se puede modificar el mandato de la MONUSCO, pero no está claro que más se le podría añadir a éste. Ya lo tienen todo. Las brigadas de la MONUSCO que están en Kivu y en Ituri tienen unas herramientas jurídicas que les permiten tener un verdadero compromiso militar para imponer la paz.

 

– Se teme que esto pueda durar mucho tiempo. Será difícil desalojar a los rebeldes de las colinas de Kivu del Norte. La estrategia del M23 y de Bosco Ntaganda es la de permanecer el mayor tiempo posible. También se piensa que se están organizando para pasar a la ofensiva y recuperar material y armas. Y como están pegados a la frontera ruandesa,  donde hay tráfico de armas de todo tipo, se mantendrán mucho tiempo.

 

– Dos elementos podrían hacer que la situación evolucione. En primer lugar una fuerte presión de la comunidad internacional. Y hay que dar donde más duele. Los dos principales actores de este conflicto, Ruanda y la RDC viven de la ayuda internacional a más del 50%. Si se les envían señales claras de « ¡hay que parar, o si no, se acaban los víveres!» probablemente los gobiernos van a pensárselo dos veces antes de dejar que la situación empeore. En segundo lugar, hay que suscitar el interés de esta comunidad internacional y sólo los congoleños pueden hacerlo. Deben movilizarse de forma masiva para decir: « ¡queremos la paz!». Esto podría despertar la conciencia de la comunidad internacional.[13]

 

 

5. EL MODUS OPERANDI DE RUANDA, DE SUS ALIADOS Y OTROS «COLABORADORES»

 

Desde 1996 (e incluso un poco antes), Ruanda, Uganda y Burundi sirven de base de retaguardia para la desestabilización de la República Democrática del Congo. Estos países albergan, fomentan y arman a «las fuerzas negativas» desestructurando nuestro país. Ruanda se ha servido de las masacres de los Tutsi y los Hutus cometidas en su territorio en 1994 como fondo de comercio para participar activamente en la guerra de base intensiva librada contra la república Democrática del Congo.

 

Los escuadrones de la muerte del «maître de Kigali», una vez en tierras congoleñas, se deshacen del uniforme del ejército e incluso de su identidad ruandesa.  Se ponen el uniforme del ejército congoleño y adquieren también esa identidad. Fuera del Ejército, se infiltran en la Policía, el Gobierno, empresas públicas y muchas otras instituciones congoleñas. Para avanzar en la ocupación congoleña, una vez infiltrados en esas instituciones y empresas públicas, esos escuadrones de la muerte fomentan y apoyan las rebeliones. Esto les permite apoderarse de las armas y los fondos del país para ocuparlo más tiempo.

 

Esos escuadrones de la muerte del «maître de Kigali» organizan un vandalismo que les permite enriquecerse con los mínimos gastos, enriquecer a sus padrinos occidentales a través de multinacionales en las que dirigen los consejos de administración y avanzar en la ocupación del país.

 

Ya a principios de diciembre de 2004, Joseph Kabila hacía una declaración pública sobre la agresión de Ruanda llevada a suelo congoleño, en la que afirmaba: «Desde hace unos días, las fuerzas armadas de Ruanda han violado nuestro territorio atravesando la frontera en común por muchas entradas, en la provincia de Kivu del Norte. Los responsables ruandeses justifican su aventura criminal mediante el pretexto de atrapar a los grupos armados ruandeses en el territorio de la República Democrática del Congo. Queridos compatriotas, me gustaría recordarles que el problema de los grupos armados, que no ha sido creado por el pueblo congoleño, ha servido de pretexto para la guerra que Ruanda ha emprendido contra nuestro país desde 1998 y que ha contribuido a desestabilizar peligrosamente la región de los Grandes Lagos» (C. ONANA, Ces tueurs tutsi. Au cœur de la tragédie congolaise, Paris, Duboiris, 2009, pág. 162). Curiosamente, esta declaración tan clara no conllevará ninguna acción judicial contra el país agresor.

 

Controlar el modus operandi de Ruanda y sus aliados en nuestro país debería llevar a las minorías congoleñas organizadas y activas, cada una en su propio dominio, a romper a corto, medio y largo plazo, con el sistema de la muerte puesto en marcha con las sucesivas rebeliones de la AFDL-PPRD, y de la RCD-CNDP-M23.[14]

 

Muchas son las pruebas irrefutables de una ocupación larvada de Kivu.

La infiltración de hombres armados de Ruanda en las FARDC. El mando paralelo de tropas en el frente al este de la RDC. El rechazo de los elementos provenientes del CNDP para ser desplegados fuera de Kivu. Todos los puestos de mando al este del país ocupados por estos últimos. Las rebeliones compuestas por diferentes piezas. Las operaciones militares conjuntas entre Ruanda y la RDC que jamás han resuelto la cuestión de las FDLR. Mover a las poblaciones de Ruanda con la excusa del retorno de refugiados Tutsi. Las violaciones, masacres, saqueos y desplazamientos forzados de las poblaciones locales.

 

La gestión del régimen de Kigali, alentada y apoyada financiera y materialmente por fuerzas ocultas occidentales, tiene por objetivo crear una tierra de nadie donde la depredación podría llevarse a cabo con calma. Todos los ataques perpetrados contra la RDC en su parte oriental persiguen un objetivo preciso: la puesta en marcha, etapa por etapa, de la balcanización del país, a pesar del número de víctimas congoleñas y de desplazados internos.[15]

 

Se trata de una continua expedición de conquista económica.

 

Desde la invasión del antiguo Zaire en 1996 y la llegada al poder de la AFDL en 1997, nunca ha habido incursiones sistemáticas de las FDLR en el territorio ruandés. Por eso es sorprendente que, cada cierto número de años, el Ejército ruandés (la APR), reivindique a menudo el derecho a perseguir la nebulosa rebelión constituida por hutus ruandeses en divagación criminal en la RDC. Según los Tratados internacionales, el derecho de persecución sólo se ejerce cuando un Estado es víctima de un ataque militar y reacciona por la vía de las represalias persiguiendo a los asaltantes más allá de sus fronteras. A pesar de ello, los grupos ruandeses vuelven a operar en nuestro territorio con frecuencia.

 

La APR interviene en la RDC ya sea directamente o a través de movimientos rebeldes como  la RCD o el CNDP, o incluso el M23. Podría también organizar y equipar a las milicias hutus y enviarlas a sembrar la desolación y el malestar en la RDC, en vistas a facilitar el desplazamiento de autóctonos y dejar a los explotadores de minerales el campo libre para saquear el subsuelo congoleño. De hecho, las estadísticas de producción o de tránsito de minerales de los ruandeses siembran la duda sobre el origen ruandés, teniendo en cuenta la exigüidad del país.[16]

 

La RDC es víctima de tres fenómenos capitales: complicidades internas, la codicia de sus vecinos y las redes de mafia internacionales.

Primero hay complicidades internas que dan miedo y que cubren a sus padrinos internacionales. En segundo lugar, la RDC es víctima de sus riquezas que atraen la codicia de los estados vecinos del este, en particular Ruanda y Uganda. Esas redes de la mafia internacional «pretenden seguir saqueándolas riquezas minerales y forestales». Por otro lado, ciertos países situados al este de nuestro país están constituyendo su «mercado común» en el que buscan incluir a cualquier precio la parte este de nuestro país para sacar provecho de su riqueza mineral.  Para que el proyecto tenga éxito, deben traer a esta parte del territorio nacional al mayor número de sus residentes, disfrazados de «refugiados» para arrancarlos de la esfera de poder de Kinshasa. Esta ocupación progresiva de nuestras tierras constituye, de este modo, el inicio de la muy probable exigencia posterior de autodeterminación.

 

Amarga constatación hecha por Jacquemain Shabani Lukoo, secretario general de la UDPS (Unión por la Democracia y el Progreso Social), y que traduce las intenciones hegemónicas de Ruanda en la parte oriental del territorio nacional congoleño, según un plan maquiavélico urdido ante las narices de la comunidad internacional, en particular de los gobiernos de los Estados Unidos y de Gran Bretaña. Estos estados, recuerda, habían apoyado la invasión de la RDC por parte de la AFDL desde 1996, que se revela hoy en día como una invención de Kigali  que, al principio, había mencionado un asunto congoleño antes de reconocer, seis meses más tarde, al surgir pruebas palpables de la presencia de sus tropas regulares en el campo de operaciones militares, que éstas perseguían a los rebeldes hutus que habían huido a Kivu tras el genocidio de Ruanda de 1994.

 

Para la UDPS, el pueblo congoleño no debe distraerse, ya que tales movimientos político-militares de la AFDL, el RCD, el CNDP y el M23 constituyen la trama de una misma historia, la de la desestabilización del Congo y el saqueo de sus riquezas.  Reflejan la estratagema para el control del poder en la RDC, recurriendo a la manipulación y la instrumentación de los grupos armados que terminan por integrar en el Ejército nacional congoleño con la intención de debilitarlo y neutralizarlo.  Estos denominados movimientos político-militares explotan todos los medios para instrumentalizar a personalidades políticas solventes y con cierta influencia en las instituciones de la República para alcanzar su objetivo que reside en el control de las riquezas minerales y forestales del este de la RDC, según ha indicado Shabani Lukoo.

 

¿Por qué todos esos movimientos político-militares que, como por azar, operan en esos territorios de Kivu no han conseguido erradicar el fenómeno de las Interahamwe (guerrillas Hutu) que se presentan siempre como una amenaza contra la seguridad interna de Ruanda? En realidad, las operaciones de mezcla en las FARDC y las operaciones militares conjuntas  «Umoja wetu», «Kimya I y II», «Amani leo» emprendidas contra las FDLR han permitido a millares de elementos del ejército regular ruandesa ser integrados en las FARDC y ocupar puestos estratégicos a todos los niveles. Gracias a la Corte Penal Internacional, la opinión púbica ha podido saber, por ejemplo,  que Bosco Ntaganda procede de Ruanda prueba estridente del maquiavélico plan de Kigali para desestabilizar el este de la RDC.[17]

 

 

6. POR QUÉ RUANDA NO QUIERE DEJAR EL ESTE DE LA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO

 

Se sigue planteando la misma pregunta: ¿por qué Ruanda sigue insistiendo en intervenir, de una u otra manera, en esta región conflictiva de la RDC?

 

Apropiación de las piedras preciosas congoleñas

Ruanda no puede desarrollarse si tiene la frontera al este de la República Democrática del Congo cerrada.

 

El ex presidente francés, Nicolas Sarkozy, ya había propuesto en enero de 2009 la explotación común de Ruanda y la RDC de las riquezas congoleñas en Kivu. Varios informes de las Naciones Unidas ya lo afirman: «Ruanda constituye la plataforma giratoria del comercio ilegal de las piedras preciosas congoleñas». Según el Banco Central ruandés, en 2011 la explotación minera ha reportado 68 millones de dólares estadounidenses al Estado, convirtiéndose de este modo en la primera fuente de entrada de divisas y superando, por primera vez, a la exportación de té, que ha sido siempre el primer sector de exportación. Oficialmente, Ruanda no dispone de yacimientos capaces de proporcionar tal producción.  Entonces, ¿de dónde proceden esos minerales exportados?  Ya desde 2009, un observador se dio cuenta de un aumento en la creación de cooperativas mineras. En voz baja, más de 300.

 

El sector minero ruandés emplea a unas 35.000 personas y las actividades se concentran en las minas artesanales y en algunas minas que se dedican a la explotación industrial. Sin embargo, la parte de producción ruandesa jamás se sabe en las exportaciones de minerales efectuadas a partir del país. «Hemos solicitado a los responsables de las minas de Ruanda las estadísticas de producción local, mina por mina, y a día de hoy no se nos han proporcionado. Siempre se nos hacen promesas», afirma Sofía Pikles, de la ONG británica Global Witness.

 

Los minerales del Congo se exportan como producción ruandesa.

A través de esas cooperativas, «los minerales congoleños que atraviesan la frontera se etiquetan en Ruanda y pasan a los mercados internacionales», señala un expatriado perteneciente al medio de los negocios de la región.

 

Otra prueba, proporcionada esta vez por el informe de la ONG británica, es que Ruanda tarda en aplicar la diligencia razonable para el control de la cadena de producción de los minerales exportados desde su territorio. «El gobierno ruandés prohíbe la exportación de minerales que no están certificados y etiquetados por las autoridades competentes. La única excepción se hace con los minerales que transitan por el país en contenedores precintados, aunque provienen de Kivu o no están etiquetados». Ruanda quiere seguir siendo el dueño y señor de Kivu, para ampliar su zona de influencia más allá de sus fronteras, en una región rica en minerales, cuyas tierras pueden también acoger a algunos ruandeses a la búsqueda de tierras y pastos.

 

El general Ntaganda, pilar del comercio ilegal

Según el último informe de los expertos de las Naciones Unidas, el general Bosco Ntaganda ha establecido una red de contrabando extremadamente rentable en la zona transfronteriza de Ruanda y la RDC. Los minerales se introducen en Ruanda a través de sus propiedades. El general obtendría hasta 15.000 dólares estadounidenses de beneficios por semana.

 

Complicidad del gobierno congoleño

Los minerales congoleños no pasan nunca a Ruanda a espaldas de los servicios de seguridad congoleños.

 

Varios informes de los expertos de la ONU han mencionado la implicación en todos los niveles de personalidades políticas congoleñas, que nunca han tenido problemas con la justicia.  Y lo normal es ver estas prácticas perdurar. Una fuente del sector de los negocios internacionales cuenta esta increíble escena:

 

«El 3 de noviembre de 2011, autoridades ruandesas entregan a la RDC 68 toneladas de minerales de contrabando incautados durante el año  por agentes de seguridad ruandeses. El stock se deja en un depósito de Goma propiedad de un ex general congoleño, Bora, por otro lado citado en el asesinato del ex presidente congoleño, Laurent-Désiré Kabila. Pero el 14 de noviembre al alba, en presencia de oficiales de la provincia entre los cuales se encuentra un ex ministro encargado de las minas de la provincia, estos minerales serán introducidos clandestinamente en Ruanda y vendidos a compradores internacionales».

 

A día de hoy, el gobierno congoleño no ha abierto ninguna investigación.

 

El propio presidente Kabila ha sido acusado por el diputado británico Eric Joyce de malvender  los recursos naturales, lo que ha supuesto una falta para el país de más de 5.000 millones de euros. Se roba, se malvenden los recursos naturales congoleños, desde la cúpula del Estado hasta el nivel más inferior de la Administración, pasando por los servicios de seguridad.[18]



[1] Cf Xinhuanet – Africatime – Kinshasa, 12.06.’12

[2] Cf Radio Okapi, 15.06.’12

[3] Cf Radio Okapi, 14.06.’12

[4] Cf Radio Okapi, 17.06.’12

[6] Cf Radio Okapi, 14.06.’12

[7] Cf RFI, 17.06.’12

[8] Cf Radio Okapi, 17.06.’12

[9] Cf Karim Lebhour – RFI, 16.06.’12

[10] Cf Angelo Mobateli – Le Potentiel – Kinshasa, 18.06.’12

[11] Cf Le Potentiel – Kinshasa, 18.06.’12

[12] Cf William Wenga Bumba, coordonnateur national de Human Rescue Rdc – Kinshasa, 06.06.’12

[14] Cf Jean Pierre Mbelu – Congoone, 10.06.’12

[15] Cf Le Potentiel – Kinshasa. 13.06.’12

[16]             Cf Ndjila Mule (C.P.) – Le Phare – Kinshasa, 06.06.’12

[18] Cf Nazaire Nkoko – Slate – Afrique, 13.06.’12

http://www.slateafrique.com/88733/guerre-congo-rdc-kivu-rwanda-rebellion-ressources

 

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La traductora voluntaria Isabel Zapata y la agencia de traducción Mondo Agit, han hecho posible esta traducción gratuita del francés al español dentro del proyecto PerMondo (traducciones gratuitas de páginas web y documentos para organizaciones benéficas).

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